jueves, 26 de marzo de 2015

EL COLIBRÍ

“El mar desea que el sol le aspire”
Nietzsche.

En cada sorbo de café las migas parecen moscas esponjosas que se mueven en el estómago. En ese asco sin nausea, en esa consciencia de podredumbre se respira. Da igual donde posar el ojo (el ojo tiene alas de colibrí) porque sabemos que la miel se hace robando néctar. El cinismo procesa el tiempo, necesita el humo para llorar con certeza, necesitamos ceguera para ver mejor. En la niebla, los ojos son manos diminutas colocadas sobre la frente. Vomitamos miedo. Bautizamos con la cisterna al sustantivo de la memoria. En qué momento la palabra convirtió mi química en Jonás, en qué lugar llamamos cuentas a los cuentos, por qué los viajes llevan al verano. Por qué preguntamos cuando buscamos certezas, la tristeza que produce la alegría, por ejemplo.

jueves, 19 de marzo de 2015

LA CARICIA

Un gato recién abandonado jugaba a la pena enredándose entre mis pies. Buscaba la biología del cariño a la que empezaba a acostumbrarse; nada que ver con el gato callejero -tan común como arisco- que suele habitar las noches. Sin embargo, casi me molestó su presencia mendicante. Sentí ganas de patearle, de reventarle el vientre a patadas y al segundo me di miedo, me advertí diferente, súbitamente desconocido. Y tuve ganas de volver, rectificarme con una caricia de consuelo, al tiempo que un perro con su amo se cruzaban conmigo. Vi correr al gato en dirección contraria como si le hubieran disparado, y entendí algunas cosas sobre la caricia.

miércoles, 18 de marzo de 2015

EL GATO

"Un día llegaré a ser como los otros".
Fernando Arrabal

Por las noches tengo pesadillas convulsas, me restriego en sedas calientes llenas de tierra. En esa viscosidad de cárcel, de aliento de jaula, jadeo como una larva. Nadie respeta mi cólera, mi asfixia quiere doblegarse en el cosmos de un gato, en esa oscuridad eléctrica de los ojos cerrados. Hay que decir lo siento por sentir asco, como el porfavor amenazado de los niños. La bondad se escuda en sí misma, en la limpieza de un jarrón, en el olor del café caliente de una voz templada. La bondad esconde y el dolor consuela, por eso este poema, esta justificación que me señale, que nos señale a todos. Por eso el aliento de los gatos viene por las noches a jugar con mis pesadillas como si fuera un cascabel. Dentro de ese ovillo solo hay molestias de belcro y motas para el ojo. Luego, despierto sobre la cama del mundo, llega la tristeza. Y siento la palabra como un límite, el hombre un límite y el buitre un límite honesto. Siento el miedo y su silencio. Después del desierto todo es sal. Solitario como la rabia, como la venganza siembro, necesidad de sueños. Y siento el asesinato caritativo de las razones, como un veneno derramado por la alcantarilla, como la crueldad de los poetas que escriben a sus hijos. Y en ese gato de emociones escondidas, en ese arrabal de estiércol, busco las alas del ángel que vomita. El ya sin ahora, la legaña despierta, el amigo.

miércoles, 11 de marzo de 2015

LA AGNOSIA

A Joaquin Jordá.

La enorme boca de la certeza se va cubriendo de polvo. Este calor de lagarto confirma que la piedra sigue viva –un águila pasa con su rápida sombra- y en los paseos vuelve el ruido a esconderse en agujeros. Vamos a la distancia (en otro quizá del tiempo) ahora que sabemos que el espacio no se crea ni se destruye. Con la naturalidad de las flores el tacto se va. Es el calor de los reptiles, la agnosia del espejo frente al espejo, la huida del conflicto cuando vuela la sombra. Debo ganar el olvido a mis actos, eliminar mi nacimiento ahora que apenas sé de mi infancia. Todavía (ese gancho afilado a la memoria) quiero escupir a los sapos, todavía pienso en látigos de sal, en cómo confundir a la imaginación con mis recuerdos. Has cerrado tu oído como un ojo, besas con la pasión de los niños, en este sol que enciende las alergias. Perdón y culpa son una misma liturgia, una miseria más, otro programa para quemar los televisores. Ya no pido que me mires, ya sólo busco tus ojos. Me gusta sentir el crecimiento, por eso no me molesta la ira, ni este sol que me lleva hacia adelante del cansancio.

viernes, 6 de marzo de 2015

LA TRUFA

Cuando la emoción no viene a verme me baja la tensión. La tarde parece la misma tarde de siempre y los besos sellos de funcionario. Cuando el mes de marzo apunta su claridad hacia el calor, cuando la vida se desmerece tibia, fuerzo el poema. Estiro las palabras pensando en la voz de las piedras, en la quietud oscura. Pienso en el mundo que no responde y nunca responde. Pienso que el peor dolor es lo conocido porque viene de lejos, arrastrando su yunta de fracaso. El dolor como la soledad duele porque dura. Saber que la mañana llega, que la vecinosis prosigue su metastasis de agudos, que el agua sigue sabiendo a cloro. Tampoco el mar responde, tampoco el camino grita y no está la vida para hablarle a un burro. En el alfoz nunca pasa nada y menos en este marzo de maquillaje y tiempo dosificado. Antes escribía que marzo era un mes de muerte, un septiembre maleducado. Antes marzo era viajar a Italia, a Canarias, donde quiera que estuviera el abrazo. Marzo era una huida de mi mismo hacia mi mismo, en el peor de los fracasos. Ahora juego a la queja de domingo, a la vecindona. Rajo el sonido por ver qué escapa. Visto el tajo de la palabra con la elegancia de un cirujano, pero detrás de la palabra no hay adentro. El poema no tiene espalda, sólo ojos que son espejos donde las almas se ven. Busco el vértice de la crisálida por si Kafka ha dejado algo. Husmeo las trufas del miedo, bultos negros para sajar de donde, a veces -en ese otro marzo-, salían mariposas.

jueves, 5 de marzo de 2015

LA UÑA

"Las uñas crecen como las moscas y las moscas vuelan sobre la vida".
Ricardo Zelarayán

-Marzo como un maquillaje de Fellini.
-También se acomoda la inquietud.
-Hay lágrimas que entran en el ojo.
-Duele más la risa con su lágrima atravesada.
-La risa tiene lágrimas de saliva.
-No sé cómo tocar tu dolor.
-La soledad se comparte en soledad emocionada.
-En el alfoz duele más.
-La belleza esconde.
-El daño tranquiliza.
-La normalidad tiene su espalda.
-No la toques ya más que así es la bomba.
-La luz que brilla no tiene claridad.
-Rompe tus huesos con fracturas diferentes.
-En la libertad está el límite.