viernes, 29 de mayo de 2009

MIL AÑOS DE POESÍA EUROPEA

Ahora eres raro pero te vas a volver loco, me dice Ella. Yo pienso que estoy loco y lo que me parece raro es que haya tanto cuerdo bajo cuerda que es la soga de bodas, bautizos y comuniones. Estar loco no es raro porque loco y raro son sinónimos en este páramo de normalogía. Según te quedas ciego la gafa no aumenta la letra y solo hace de lupa para quemarte la dioptría, la córnea. Más que una ayuda es un barrera. Lo que hacemos es que nos vamos interiorizando. Vamos asimilando mundos que nos permitan vivir en el interior porque afuera hace frío y mucha tele. Nos amniotizamos con lo que nos gusta. Ensanchamos tanto el jardín que nos la sudan las mangueras. Estamos tan agusto con la página que quemamos las bibliotecas. La mañana es un moratón fetal melancólico. Un pinzamiento de sarcasmo que te lleva a cantar por Manolo Escobar. Estoy bien le digo, decir normal suena a tragedia si se dice por teléfono. Pasajeo a Don Quijote y me reconforto la rareza, otros se quedan locos porque no leen nada. Bodas, bautizos, comuniones. Paseando por los centrales mismos de la rosaleda tropiezo a la inversa con los pétalos poéticos de hace mil años. Joder, cuánta razón tiene Ella y qué culpa tengo yo de que exista Francisco Rico.

miércoles, 27 de mayo de 2009

LEER Y ESCRIBIR

Pasa que leer acaba con las de escribir. Piensas que nunca llegarás a la altura de sus comas, por mucho que imites la grafía. Te embarcas en la vida de la palabra pero quien pilota es Caronte y ya sabemos. Cuando se lee mucho se espera escribir mucho un día. Pero cuanto más se lee menos cosas quedan por decir porque ya vino alguien a jodernos el invento. Pensamos en jodernos mejor pero no es más que una paja mental y la literatura cuaja en el mar del onanismo. La paradoja se va inflando hasta que un día revienta y sale algo. Normalmente un manchurrón que escondemos en legajos hacia el bosque de los libros. Ya lo dijo Umbral: todos comenzamos como poetas y acabamos como bibliotecarios. Lo malo es empezar siendo bibliotecario y entonces uno ni acaba poeta ni nada porque venía acabado de casa y esa cara era la tuya. El arte es largo y además no importa. Así se consolaba Machado y nos jodía al resto. Ahora que le robo horas al sueño hasta que el ojo dice basta, tengo abiertos varios libros. El producto se come fresco o se pudre por eso les doy candela. Le pego el vistazo, el corte vertical de una lectura escalpélica. Ando luego a tientas, insomne buscando el libro, como la embarazada la nevera y ya leo sin ganas. Se nos van muriendo los poetas, me repito, me cabreo. La repetición molesta y entonces queda una paradoja, una contradicción enorme que no sabe si estallar súbita o desinflarse como un globo. Me viene Larra de golpe con lo de escribir y leer. Me llega el eco de su disparo. Qué iba a hacer. Habrá que creerse lo del contribuyente y darle al libro como al sudoku, que viene a ser lo mismo. Doblada por la mano suave del firmamento la cabeza del hombre se piensa una rodilla. Vale Paco.

miércoles, 20 de mayo de 2009

OPTIVISTA

Hoy tiento a la risa desde lo alto de las dunas. Me pienso que vale la pena reír si se acompaña de besos aunque duren lo que duren, aunque se caigan después al frío de los horarios. La vida es un horario que marca el dinero y nada se escapa a sus días. El día y los horarios nos van pellizcando las migajas de la risa hasta que llegas al plato aguado de lágrimas y todo acaba. El pan se lo comen las hormigas con su camino y su horario de senderos rectos. Silenciosos. Las hormigas son negras porque son una pena. Nuestros horarios, digámoslo claro, nuestra vida de hormigas de cabeza roja y penes fríos son una lástima de naturalezas muertas. Nadie quiere cargar con las pipas, ni cavar un hoyo, ni pasar segundo al agujero. Entonces todo es hilarante. La imaginación es un pasatiempos de domingo y todos sabemos lo que dan de sí esos días. Mañana sol. Mañana frío. Las hormigas son las moscas que escribía Machado. Lo que pasa es que Antoñito era más duro, más cruel, más fonético. AM. Era poeta. Llevaba el vuelo de muerte y podredumbre de los poetas. En todo hay cierta, inevitable muerte, decía Cervantes. Luego jugaron con sueños, máscaras. Pero lo único que hay es muerte. Hoy estoy optimista. Diremos que para que haya muerte antes tuvo que haber vida (y esto ya lo he escrito antes, mismo estilo y estructura) . La primavera es buen tiempo, mala cara. El verdor que invade mis pisadas será rastrojo. Hay un calendario por delante que desgrana los hormigueros. Hoy ando optimista. Supongo que sí. Persigo el chiste como la mirada obscena. El morbo me lleva por caminos de bondad. Por un paisaje de caderas, escotadas blusas, un temblor de botones, cariño sin respuesta. Todo lo solemne, las infinitas ganas de pensar que otorgan los ojos de los niños. Voy adquiriendo realidades que conforman la realidad. Es tan real este cielo rojo que el manto verde, plácido y tibio de este mayo sin remedio no es más que el daltonismo ocular del lado de la sangre. No veo más allá de este valle caliente. Qué coño: lo que soy es optivista.