De
repente, como un olvido, ya no estás. Ya no quieres. Ahora todo
comienza como un tiempo sin abrir. No necesitas subir la mascarilla
si pasa alguien. Cuando entras en el espacio del tiempo, no hay
lugar para explicaciones. Aquí, quien entra, debe estar atento a
los detalles. Debe saber que la ignorancia es un pozo donde bebe la
curiosidad. Aquí los perros no tienen más derechos que tú. Las
plantas no presumen de elegancia. Aquí, una vez dentro, se olvidan los consejos. El reloj pierde sus agujas y la
existencia no delinque. El afecto se vuelve trasparente y la sangre
se hace agua. La sencillez mira por las noches al universo y una
estrella fugaz dispara su capricho. Aquí las lecciones las da la
brisa. Salen de todo lo que ya no. Hay olor a raíces. La mirada ya
no importa. Aquí se habla de ojo a ojo, de la valentía azul con
ansia de noche, cuando entran los pelos del bosque (con su oreja
gigante) a mirarte como una hormiga. Sentimos larvas que suspiran.
Notamos el cansancio de la soledad, con alegría. Tocamos el agua y
su sonido. Como un olvido, ya no está, ya no quieres y la urgencia
desaparece. Una nube ahoga con tranquilidad, como si fuera repetida.
Aquí pasa algo -piensas-, porque no pasa nada.