viernes, 4 de diciembre de 2009

EL TAMBOR DE LUZIL

Cuando la fe entra por la puerta la razón salta por la ventana. Lo peor de todo es que la fe es irracional. Está la fé lógica que son las cosas porque sí, cuando seas padre comerás dos huevos, los mis cojones y el me da la gana. A sabiendas que son posturas inflexibles se omite que pueden ser equivocadas. Pero la fe mala, es decir la fe fe, es la de vete donde quieras pero a las diez en casa, la del tambor de Luzil, y el Seven Up pero a mi me gusta. Esto es peligrosísimo porque es hablar con un botijo que no sabe que es de barro. Lo peor de la gente de derechas es que muchas veces no se saben que lo son y esto le pasa al botijo. Ve el agua y se piensa que es un caño sin saber quien le coge ni quien le llena: si hay aguaaaa. Con estos mimbres no hay quien haga un cesto pero quién quiere un cesto habiendo ciento. Son muchos años de don Boina, roña y croquetas. A Lorca no hay quien lo encuentre y mucho menos quien lo lea y el e-book no calza muebles ni decora. Esto no tiene arreglo porque no hay roto ni descosío en lo que se dejó atado y bien atado. La fe fe (desde ahora FF) es una mosca cojonera que no hay Dios que la mate, al contrario. Con el frío se crece, con el calor se dilata y ella sigue FF que FF. Se posa en los alimentos, se mete en la cama contigo, te persigue mientras paseas en las tardes de domingo. Hasta leyendo FF que FF se posa en mis libros. Y yo las reviento, cerrando el libro de golpe, porque no hay mejor mataFFes que las páginas de un libro. Y así andamos de ozono, claro.

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