miércoles, 31 de marzo de 2010

EL SITIO

Los aeropuertos no son lugares: son sitios. Sitios fuera de sitio, fuera de lugar, donde es imposible ubicarse. Ni siquiera el dinero importa. Aqui el monetario es portante. No es sonante ni importante porque se tira de tarjeta con la facilidad de un perfume. Aqui el dinero es un peine. En los aeropuertos todo es trámite. Todo es embarque, todo es facturación. Un sitio impersonal donde no hay gente sólo pasajeros. Pasajeros viene de pasar. El murmullo de los aeropuertos está fabricado en China. Es un ruido educado como de biblioteca portuguesa. En los aeropuertos las cervezas no emborrachan, delatan. Qué sitio. Sitio viene de sitiado. No hay despedidas ni besos furtivos, ni cigarro de espera, ni corre que arranca. Hay voces grabadas que te advierten como una abuela muda que quides tu cartera pero nada de llama cuando llegues. Ni siquiera el suelo es suelo. El techo no es techo ni las paredes paredes. Aquí todo es sitio. Un sitiado mate, cómodo, lleno de gafas, pulseras y cosas de cuero. Aquí nadie se echa un amigo y los bocadillos saben a galleta de bolsa. En los aeropuertos parece mentira que dentro de toda esa gente haya una persona hasta que en el escondido cuarto de baño encuentras unas ojeras cabizbajas que advierten: ahorita está cerrado.

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