miércoles, 9 de junio de 2010

LA NADA

Más días en la misma nada. El abrazo contenido lleno de tiempo. El vacío en su cavilar tranquilo de miseria reposada nunca quiso perder la cabeza por un beso. Todo menos la totalidad. Nada es mejor que alguien. La sordina fue atardeciendo el paisaje interior de las miradas. La belleza acabo siendo un repelente paisaje de esteril melancolía. Nadie supo de alguien. Le trató con la condescendencia de un alimento. Nadie quiso nada. Nada tenía algo que entregar a nadie. Y en esas sutilezas asfixiantes se fue conviertiendo en todos, en la más inerte de todas las naderías. Todo el tiempo, el espacio, las caprichosas coyunturas de la vida no sirvieron para conjurar un beso. Ni un solo abrazo fértil. Nada de saliva. Sólo una caricatura de dolor que alguien tomó como un chiste mientras nadie se moría.

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