viernes, 23 de julio de 2010

EL VERANO

Algo así no puede durar. Todo está correcto por desubicado. La tela se recorta, la carne se expande, el tiempo se alarga, la noche se vive. La tele se apaga, las ventanas se abren, el cierre se cierra. Los madrileños vienen con su verano de domingo a beberse los festivos y el emigrante viene a demostrar que es madrileño. Cuando la costra se suelta todos sangran paletismo aparentemente. El español es un paleto porque la ciudad se inventó con la democracia y ya sabemos que el orden de los inventos no altera la falsedad de la cosa. Uno, que no cree más que en la piedra pómez, se jacta de ser un támbara urbanita cuando viaja en la línea 6 y un bala perdida cuando se pone a callarse lo que sabe de Palahniuk mientras toma una cerveza. Soy un silencio con agujeros. A mi hermano le gustó eso de El silencio calla más de lo que dice porque él es músico y sabe de sordera. Melendi no lee porque se la suda todo. Le importa una mierda la vida, la palabra, y hasta la música. Es un radical extremista, tanto que ni lo sabe ni le interesa. Él predica con el ejemplo que es como mejor se habla, como mejor se escribe y como mejor se folla. Abel es un tío acojonante que habla poco y lee menos. Es lo más parecido a un analfabeto, un yuntero del siglo XXI que surca las dehesas del sonido. Un intelectual a la antigua, de los que le iban a Bergamín. Está de vacaciones en ninguna parte que es donde van los que saben viajar sin prisa y sin dinero. El verano es así. Hoy ha venido gente a leer, a pedirme un libro recomendado por mi. Ha habido, incluso, un graciasguapo de resfilón. Menos mal que Madrid es mucho Madrid y el atasco adictivo.

No hay comentarios: