viernes, 26 de noviembre de 2010

EL MOMENTO

Hay veces que solo existe la sonrisa. Que los rostros dibujan alegría sin adivinar su más allá. Es el tiempo en que la apariencia es el universo de una televisión en chocolate. Hay mañanas en que el albur se olvida del reuma y refresca la ilusión como una lluvia fértil en el ánimo, el momento en que todos los líquidos van a dar al espermatozoide del horizonte copado. Donde las risas se imponen al silencio, donde el humo acerca los cuerpos en una niebla de candor adolescente. Hay instantes en que los colores se encienden como una horchata. Hay tardes en que la noche no llega nunca y todo brota como una experiencia nueva, con la novedad de los cuerpos desnudos. Y los metales se transparentan, y los cristales se evaporan y el aire se aromiza hasta que que todo forma parte de un olor a nuevo que nos equivoca. El tiempo que se apacigua cuando tus ojos alumbran a otros ojos. Cuando el azúcar del sonido acaba con el eco del silencio. Hay veces en que la vida parece otra cosa.

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