jueves, 9 de agosto de 2012

LA MENTIRA

“Defender y difundir la cultura es una misma cosa: aumentar en el mundo el tesoro de conciencia vigilante”
Antonio Machado.

A mi amigo y maestro
Víctor Chamorro.


Para qué leer. Para qué pensar. Para qué tanta soledad. Para qué sucumbir al pensamiento que conduce a la pregunta infinita de las mañanas -ese silencio- cimentado por las fraguas de la derrota.

Salivar por comisuras sonámbulas de final televisivo o darle a “este espacio de risa entre dos silencios” una consciencia. Entonces el libro (despensa dichosa de palabras) se hace imprescindible.

Si elegimos la lectura frente a otras formas de perder el tiempo –la vida es eso- debemos ser exigentes. Pedir a la literatura para no devaluarla, no convertirla en un pasatiempo sin más trascendencia que contar las horas que avanzamos al reloj. El analfabetismo mutó a “funcional” por “desuso”. Palabras rotas, para pensamientos rotos. Palabras de uniforme para el pensamiento único.

La lectura es otro mito. Hay ávidos lectores ignorantes. La ignorancia no es falta de conocimiento si no de inquietud. Se puede leer duro mientras el pensamiento permanece anclado en la fe castradora de la educación. A leer se aprende escribiendo y viceversa como caras de un mismo labio. Leer es un acto de soledad. Escucharse escuchando. Desbaratarse de la masa, volverse individuo, conciencia responsable que “en la calle son actos”. Y cuando llegue la contradicción afrontarla. Pensar es pensar hasta el final porque lo demás es retórica.

No hay escala que mida la lectura. Es un olfato que se agudiza por madejas infinitas que vienen del temblor para desembocar al poema y sus misterios. Las buenas lecturas son luminosas. “Las lecturas necesarias” ayudan a crear ese “tesoro de conciencia vigilante”, despertando inquietudes, placeres líricos rayanos a la intuición que llamamos poesía. Las buenas lecturas crean mundos razonados, reales por ficticios. Aumentan la ignorancia porque aumentan el conocimiento.

Las buenas lecturas nos conmueven -“nos muerden la cabeza”- nos perturban. Acucian la blancura caudal del folio, justifican la razón frente a lo íntimo y lo llamamos poema. Complicaciones que irán ensanchándose en narrativas. Crece el individuo, cambia hacia nuevas ideas. Las nuevas ideas suelen ser viejas, del siglo XIX, lo otro es novedad o navidad.

Leer creativamente. Leer bien es leer mucho como para escribir bien hay que escribir muy bien. Constancia. Una actitud que conduce a la aptitud. Palabras para pensar, para completar razonamientos, a sabiendas del opaco peregrinaje. El pensamiento conduce a la contradicción, al desasosiego de la duda, al filo de la conducta honesta, a lo que de valor tiene la vida humana, al cara a cara de los ojos.

Esta es la mentira. También la mentira es falsa.

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