viernes, 15 de noviembre de 2013

LA CUEVA

Para El Alemán.

El aire es una herida vigilada (el sol granula los relojes hasta el abismo), la intemperie una matrioska controlada por la suerte. Quién pone fronteras al límite. Cruzada la risa quién puede señalar al dedo. El bosque es un bosque para el bosque. Ramas que azotan el rostro por más que nos cubramos la cara porque la risa sigue ahí como una cicatriz imposible. Atravesado el túnel nos queda el aire con su inevitable cómo. La mano desaparece cuando llega el miedo y en ese vértigo caminamos con la urgencia mutilada. La pedagogía supura lo inconsciente. Situémonos. Devolvamos al negro su honestidad, el silencio marchitará las flores con su otoñal colorido. El silencio cumple su palabra. La cueva es llamar a un fontanero.

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