martes, 10 de diciembre de 2013

LA SOMBRA

Pero somos porfiados.
Tal vez esto tenga compostura.
Juan Rulfo.

La tristeza duele más cuando es tranquila. La soledad sosiega el tiempo, lo reduce a una mirada. Es la siesta de las pesadillas, el ansia del miedo que suele pisar descalzo. El cómo sigue macerando el rosa. Consuelos que ya no fustigan su dolor apalabrado. El tiempo es un surco arando la angustia de los días de sol. La tristeza enfada porque no habla, nos rabia su cinismo como una funda de plástico. Somos previsibles imponderables, la repetida caricia, el beso sin saliva, el calor justo de las mantas. Posesivos del verbo ser, hueso de la piel, agua. Líquidos que buscan su transparencia en la sed. Hacemos del instante un final, del mañana un comienzo, fabricamos el aire para controlar el oxígeno. Y sin embargo se muere. Yo nací –respetadme- con la mentira.

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