martes, 25 de febrero de 2014

EL ESPEJO

“Y el mismo imposible soy”.
Lope de Vega.

Para Alfredo Ramos y Pablo Gadea,
lados opuestos de una misma paradoja.

Ahora que los días se vuelven previsibles duele más el calendario. La luz silente -ser luz es eso- va espaciando el tiempo y los colores buscan su azul. A qué entonces la niebla, a qué este jirón de selva que no cede en su delirio. Líquidos que saben a lágrima, el gozo como repetición, y hasta la nausea repetida. Súbita llegó la máscara con su espejo -"en septiembre me caso"- y entendimos la página como unidad de tiempo que divide a las personas, estáticas, como agujas hacia al sur.

Tenemos que demostrarnos muchas cosas.

La partida es la saliva del porvenir, un desconcierto inagotable, un novedoso volver. Hay que buscar la primavera -cuándo ha sido su respuesta- un dónde más para el viaje. Panza de burra para mis nubes de marzo porque no vivimos ni el mismo tiempo ni el mismo espacio y septiembre queda lejos. Voy, entonces, para mirar en tus cajones, a rebuscar en tus cenizas por si queda. Fuera de mis ojos, brillan los espejos: la sombra, las manos, el crepúsculo.

Quiero tensar la paradoja y ver qué pasa.


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