martes, 21 de abril de 2015

LA MANCHA

'Yo, como don Quijote, me invento pasiones para ejercitarme'.
Voltaire

A Víctor Chamorro.

Cada palabra necesita su loco. Cada demencia sostiene su muro. Sin locura el escombro extiende la ruina porque el orate rompe el tiempo. En la inquietud de las flores la muerte regresa a la luz. La sangre no puede pararse en la caricia, no en la claridad del beso. Por qué tanta luz si la luz es el color de los felices. Dijiste que la hormona no aguanta a la neurona, “la dehesa como un pan que no cansa". La palabra como viaje a ninguna parte (viajar es eso) tiene un destino de cuellos al sol. Las horas tienen su biología y nadie muere en la risa. La muerte no cambia de sitio, la vida está en todas partes, hay que estar loco para dejarse morir. Para matarse hay que estar loco, la vesania tiene sangre pesada, macabros caballos que cabalgan. El tiempo es un loco que no encuentra su cabeza y las palabras trotan caminos por donde no ha pasado nadie. Tantear el sonido, preguntar a la emoción como futuro, un qué más da que importa. Hay nubes que salen de la tierra y mucho verbo ser -excluyente filo- en este poema. Pienso que tendré que cabalgar más sobre la pausa, mientras salimos de Castuera.

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