viernes, 17 de junio de 2016

LA BRISA

El verano es más lento ahora. Llega tarde, mal y siempre. Sigo mirando la luna. Absorbo las estrellas, tintas de vino, fugaces como el tiro. Todo pesa más. El tiempo tiene panza, su mañanalodejo solitario. El agua ha perdido herida y las manos sudan. A veces pasa, a veces te observo con la satisfacción del tiempo -hay alegría en lo continuo- y disfruto la brisa adolescente de susurros malvas. La arboleda de cerveza, la risa que marea los relojes, vuelve con su olor a sol. El sol necesita ropa para fijarse. También suenan los pájaros en este recuerdo. Porque el verano erecta la memoria, y hay hielos que se deshacen, esperma y cuarenta y tres con bilis en la puerta. Ahora sabemos que la mordumbre no existe. Que los mordiscos salpican pero no ahogan y dejan un frío de verbena. Faltan manos en este poema. Faltan aromas, entusiasmo y comer helados en los bancos mirando la carretera. Es la melancolía del futuro que ya no ocurre.

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