jueves, 12 de enero de 2017

LA FIEBRE

La laguna está descuidada como un recuerdo de infancia. Cañaverales sucios, de sonidos cluecos con chapoteos de goma, de patos que resultan ser gaviotas. Las aves de la basura también se bañan y necesitan el remanso del agua porque necesitamos recuerdos que apaciguen la melancolía del tiempo. El origen del agua es la memoria que todo lo encharca. Hace meses que no llueve en la infancia de cemento y autobús. A esta charca de palulú venía de chaval en bicicleta de pinchazo e ilusión, con toda la lluvia por delante. Ya no pasan trenes ni juego al fútbol pero el estanque sigue ahí con su peso marrón de chabola y mocos. Con sus cigüeñas de vertedero disfrazando el agua de naturaleza. En Madrid –este Madrid inmenso del mundo- se vuelve a la fiebre cuando la niebla levanta y deja ver el esmog.

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