miércoles, 20 de enero de 2021

EL GRIS

Y he sentido un algodón en mis ojos. Un gris tibio con la paciencia universal que entraba en mis ojos. Cuando eres un hombre arrasado es más fácil emocionarse con una pestaña perdida. Había algo nuevo en esa niebla. Ya no hay tensión en la angustia ni brasas en la ceniza. Quizá el gris sea el viento que empuja la tierra quemada. Ya ni mi soledad necesita los abrazos que se necesitan siempre. Ya digo, ha sido el gris. Y las hojas y el tiempo, y hasta las voces parecen lejanías de otro mundo. “Sí, he sido yo”. “No puedo más”. También los versos se utilizan en mi contra, “gracias”, “enhorabuena”. No es eso, no es eso. Es el tímpano de una nube a quien espero. Y el viento trae agujeros de nariz que se posan en mi cara, y hace más grandes mis oídos y convierte mis ojos en pozos de cielo. Ese gris que no es nube ni niebla, ni noche ni día, ese tiempo donde pasa la vida sin que se note, es el gris. Donde deseamos querer y que nos quieran y miramos a los ojos como quien entrega su vida a un desengaño. Cuando todo sobra hasta uno mismo. Cuando estaríamos dispuestos a todo como una alegría tranquila. Hay manos donde menos te lo esperas que tocan lo que deben. Se trata del gris, se trata de una caricia, de volver a cerrar los ojos y ver su rostro. Dentro de los ojos el color depende del ruido, pero el gris es una boca cerrada, una caverna con llamas de sombra, por eso las estrellas se paran para mirar lo que ocurre fuera. Siento que la oscuridad me pide confianza. El gris sabe leer con tranquilidad de salud. Ojalá venga para quedarse. Prometo no mirar.

 

2 comentarios:

soyo dijo...

El gris entumece como un buen invierno

Anónimo dijo...

El discurrir de los grises compensa más que tanto rojo, que tanto ruido, que tanta huída. El gris está construido de silencios, cuando se pone ebrio se viste de recuerdos. Entonces busca la pelliza. (C.O.)