Y tú me respondes con
silencio huérfano. Dialogan las auroras cuando se rompe un
vaso y vuelven los esmaltes. Todo es confuso
cuando vuelve. Nadie se baña dos veces en el mismo sueño. Quizá
por eso te miro atento al misterio. Aprendo despacio como un niño
que no pudo serlo. Flotas como la luz en el agua. Fijas los detalles al mundo. Tienes el silencio
lleno de telones. Te acudo con la mejilla en salivas y en la frente
algo de infancia. Si me faltas, me convierto en la caída de un
chupete. Una ternura intrusa te acoraza. Te deslizas. Eres líquida
como la mano de un niño que todo lo agarra. Tienes la llave de la
ternura, el lenguaje de los pétalos y el asombro intacto. A veces un
tobillo te delata y pareces quien no serás. Sufren las telas
en tus ojos y vuelas con la añoranza del globo que se marcha. A
veces te pregunto, pero ya no estás.
1 comentario:
¿Me pregunto, de dónde sale tu infinito. Y respondes con tu insuperable literario. Elevas a quien te lee.
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