sábado, 18 de junio de 2022

EL AGUA

Si te acaricio siento mi vida. Me resumes, reconozco los pliegues del trayecto. Cuando entro en tus ojos entiendo la locura y absorbo la mentira por la pajita del tiempo. Aprendo con cada rencor que silencias. Admiro el légamo que tiembla en su fondo, donde vive la ternura. Entre un remanso de telones, se escapa el brillo de tu sueño. Que me quieras a la contra, que me hables con la forja del abrazo acumulante. Abro la boca. Te absorbo. Sigo tu olor en el beso, tu pensamiento generoso y tus tímidas dudas que arropas en la cuna del silencio. Amanece el asombro por tus ojos. Contigo todo parece inmediato, un ahora constante, una atención que no malogre tus mejillas. Escondemos el juego entre la risa que nos acaba con los dedos enlazados. He llenado mi vida de tus únicos. Persigo el intento que mereces. Hemos clareado el agua con cristales. Hemos removido la sed hasta encontrarnos. Me ahijaste para perdonarme. Somos un mismo miedo y una repetición que se complace. Aún me empuja el asombro hacia tus deltas. Cuando no estás mi mano se gira. Se bocarriba como un pez fuera del agua. Paralizas las preguntas que devuelves al tiempo y sorprendes a mi niño con lobitos y una caja. Los objetos gritan tu nombre. Un jarrón y una fruta delatan tu mano tierna. Mi vida sigue hacia aquel te conocí.

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