viernes, 12 de abril de 2024

EL MAGO

Eduardo Moga ha hecho por la difusión de mi obra más que yo mismo. 

Sí, a poco que no te mueras al final te toca decirlo. Te pones en plan escritor, te contagias de la chorrada de la jerga funcionaria, y hablas en vanidad de «mi obra» como si fueras cualquier impudicia que acaba en Sotheby´s. Yo solía llamarlo mis mierdas porque prefería la pose Jess Franco a la de su sobrino alemán. Ahora, con el internet, vale cualquier cosa hijo. 

Decía, que Eduardo abrió las ventanas a su alcance para mí. Y para otros. Muchos otros. Tantos que sus mejores escuderos (Juan Luis Calbarro, Moisés Galindo y Christian T. Arjona) han logrado agrupar a unas decenas y hacer el libro Mago moga: una forma de querer. De título algo moña sí, pero justo y agradecido. Aquí dejo mi parte del trato:

«Había lanzado muchas botellas al mar de la poesía. Soplaba ascuas fraternas para salvarme, pero la intemperie obliga como sabemos en la España póstuma. Eduardo sufrió El paraíso difícil y El desierto verde de la región en que yago. Entendió mi mensaje de socorro como propio. Contestó mis cartas y me envió sus libros. Vino a verme y me invitó a su casa. Me facilitó contactos, ensanchó horizontes y me reconcilió con la palabra amigo. La soledad no es nada, pero pudre la ilusión si nadie abraza su aliento. El poeta siempre está solo. Hombre solo -ya lo dije- es un pleonasmo. Pero escuece aún más este aislamiento de confinado (este absurdo), si te juegas el farol de la vida por amor. A veces envidio a la provincia de tedio y plateresco. Aquí se vive sobre un microscopio. Se puertourraca. Solo el paisaje consuela del paisanaje (los árboles son personas que he conocido tarde). Para mí, Eduardo, tiene esa presencia, esesaberqueestáahí que reconforta. Cada vez que nos vemos -siempre es poco- apedreo a metáforas su cristal poético. A veces, paterno, se azora. A veces, la emoción nos hermana y así -creo- se hace familia.

ÍNDICE DE AUTORES




No hay comentarios: