viernes, 21 de junio de 2024

EL DESCARO

Como un parpadeo, a veces tu risa. A veces tu sueño como el tibio sopor de un pecho, como la ternura con que la mariposa se mece en las espinas. Con el bálsamo infantil de las caricias has mecido mi vida. Desnudo, aprendo del temor de los telones; la soledad que tanto me ha arropado se deshace. Desterré la prisa del agua para esperarte. No sé ya muchas cosas ni me importan, ni tengo más motivo que tú para seguirte. Eres mi único. Vacías el vacío que me llena y nuestras manos aún nos aletean. Sabes que miro mi vida en tus ojos. Conoces los matices de mi insomnio, el olor de mis versos, todo. Sabes hasta lo que no sabes de mí. Lo que no sé de ti no importa porque conozco su misterio. Seguimos aprendiéndonos. Me conmueves. Me enseñas el idioma de la ternura, a vivir desde dentro y tocar con la lengua los matices. Desprendes los gestos con que beben los pájaros. Ahora sorprendo a la brisa, a lo mucho que me adoran tus silencios si me abrazas, tanto que te olvidas de ti. Eres hermosa y humana. Te deshaces cuando hablas porque me quieres la mirada. Procuro mancharte de risa y que ignores lo que no importa porque no importa si te preocupa un poco. Me gusta que me cojas del brazo -me gusta mucho cuando me coges del brazo y nos miramos-, para tocar ese algo que no sabemos. El silencio ha perdido incertidumbre y el pasado crece sin alcanzarnos. Continúo en el más hacia el nosotros. Tengo tu mano dentro ¿y me dices que no la suelte? Sigo en la cobardía del tiempo y aguardo su venganza con descaro.

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