jueves, 11 de junio de 2009

40 DE MAYO

Entran ganas de lucir pellejo necesariamente, por mucha charcutería que hayamos engendrado por el invierno. La solana ofuscada es impiadosa (ya lo dijo la rana cantimplora) y el remangue, el recorte, el relleno. Todo pilla la melódica nota veraniega y se concreta en un olor a primavera seca, que es como huele el otoño en verano. Cantar con los duodenales es un placer si no falta el vino malo que trae Anselmo (ahora a Julián le ha dado por llamarse así) y tocate un temita. En un momento el botellón, la risa y la chancla al suelo. Qué bien se pierden los mecheros. Nadie sabe dónde habita el limbo de los mecheros. Dónde van a parar los huérfanos calcetines. Es algo que nadie quiere como los céntimos de euro. Qué coleccionismo barriobajero de mecheros, céntimos y calcetines. Pues así la noche, el relente pejiguera, brisa de chiste, y más risa, porro, hielo... La última y me voy. El calendario quiere entrar con sus céntimos pero yo soy más de mechero y calcetín non. El tiempo es un pero que azota el sueño, el coche hay que pagarlo y los niños gordos. El sábado Alemán (traficante de céntimos y calcetines). Mañana más pellejo albino (dice el sucedáneo de Montesdeoca). Ya nadie persiguirá en sueños a mi hermano porque una niña moraleja, pelo plancha pantén, abarca todas las nubes con su panda. En la Seat más despidos no lo dice pero sí. Anselmo déjalo, déjalo. Déjalo te digo trigo. Cuando te llegue el mineralismo yo estaré durmiendo la espalda de la ternura, inhibiendo la nuca del cabello, la forma más conocida de los sueños.

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