martes, 20 de octubre de 2009

I AM

Cuando las pequeñas cosas te quitan el sueño o te fermentan la ilusión se da uno cuenta que el universo entero es una minucia que tiende al infinito. El problema está en cómo se digiere el tema. Por mucho que me expliquen los big banes a mi no me entra en la cabeza que el universo entrase en una cáscara de nuez. La vida está llena de hechos que son deshechos. Quiero decir que son migajas, sobras, mondas, excrementos, heces. Hay quien encuentra placer hasta en coleccionar sellos. A unos les da por el tobe miope, a otros por pintar cuadros, la mona, cambiar pañales, tener niños u otros animalitos. El caso es que la vida está hecha de pequeñas cosas, de pequeños gestos porque las grandes hazañas (las grandes cosas) no existen, porque en la vida nada tiene trascendencia porque la vida no tiene más sentido que vivirla y ya ves tú qué cosa (¡y cómo viven algunos!). Como me estoy quedando calvo intentaré jugar a la retórica. En esa sucesión infinita de minucias los hay que la viven para no dejar vivir al resto, cosa tan digna y miserable como mínima por mucho que actúe de máxima. Nos encontramos miles de millones de seres humanos pensando que nuestra individualidad es importante y ya estoy utilizando un verbo que nos sobreestima. Digo que trabajar y ganar dinero es una chufla, que darle de comer al niño, el perro, y tener economato también lo es. Esto es un engaño pero es lo que nos queda: las sobras. El pastel no existe porque el cumpleaños nos lo inventamos nosotros cuando nace el niño. La fiesta y las velas se apagan cuando sopla y esto es una monería por mucho entusiasmo que le demos, como cuando gana España al fútbol, baloncesto o hockey hierba. La alegría es un engaño que nos marcamos según convenga. El consuelo de los tontos que se dice. Así que hagamos porque hay que hacer pero sin darle boato porque los premios se dan todos los años y ni el desierto queda desierto con tanto dominguero como hay. I am.

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