viernes, 12 de febrero de 2010

LA NUTRICIÓN

Cuando la cebolla no conmueve pensamos que todo va a estar confitado. Llevo unos días sin saber como llevarme la lágrima a los ojos porque la gente me entrega su pan, su plato, y hasta su cucharilla del café si me hace falta. Hay quien incluso, llora por mí para ahorrarme cebollaciones. Los cocineros perdemos el lacrimal como perdemos el respeto a las gallinas. A nosotros lo que nos va es la receta que desvelamos porque lo que cuenta son las manos y el cariño; la fuerza del rozamiento. Con este magreo todo se vuelve carne o sea humano, que es la forma atea de llamar a lo divino. Cuando ya tenía la cocina hollinada de cierre y más me gustaban las hamburguesas, han venido a refrescarme el sabor de las lentejas que han que de comerse siempre. Lo de elegir plato es cosa de niños bien que no se comen la corteza del pan de molde y van al gimnasio los lunes y otras navidades entre semana. Tardan en maquillarse lo mismo que se tarda en preparar un potaje y cuando los pruebas, pues no hay color. El maquillaje sabe a mono triturado sin cebolla. El potaje sabe a pedo con olor a berza que es como son los buenos cocidos. La nutrición del hombre se mide en los platos de cuchara que se puede tomar uno en su vida. Últimamente todo el mundo me da su plato (esta por papá, esta por mamá), me cierran los libros y me limpian las comisuras. Estoy feliz y contento, en un mes de febrero que suponía gris, comiendo la sopa boba de lo ajeno y tenía que decirlo. Claro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me alego que estes feliz tia mari,gracias por la cebolla, besitos