miércoles, 21 de abril de 2010

LA MATRIOSKA

Lo tibio se pliega hacia tu fiebre. Tus manos siempre llevan azúcar. Todo tu cerca quiere romperse ante el temor que vibra en lo infantil del miedo. Tus labios te recogen como una madre abrigada, abrigada, abrigada. Llevas impulso como un latido que marca tu acento. Suelen tus sonidos acabarse en una "g" finalizada. Los líquidos y el perfume soñoliento, y el abrazo listo. Y los niños coreando su carrera torpe tras de ti misma. Y las plantas regándose.

Y yo violento. Buscándome.

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