miércoles, 1 de septiembre de 2010

EL OIDO

“Quien piense que yo amé cuanto miraba, vacíamente juzgó por el oído” Lope de Vega.

Lo vi. Bajo el sol moreno de la piel, todo un contorno de caderas se recortaba un mar de pestañas, que vivían de la mirada lasciva del orgasmo. Y había una ensalada fresca de salivas salitre. Subordinaré el sentimiento para que no se yuxtaponga la postura. Un hielo esperaba la chupada de una lengua tibia. Un cigarro sobre la botella de ginebra. En un callejón dos gatos fornicaban tranquilamente. El calendario apuró las palabras, las calles incitaban a la noche, recogían el paredón vestido de cabellos. Dijiste ¿volveremos a vernos? Dije que claro. Quería decir nunca. En esos instantes de mentira atroz es cuando la verdad de la vida asoma su cabeza y, por fin, el tiempo languidece esperando libar la savia añil de la mentira, una vez más. Será suficiente.

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