viernes, 25 de febrero de 2011

EL SOL

El sol me entristece. Me recuerda la falsedad de la luz, el entusiasmo efímero de los destellos. Los ciegos salen al balcón: esa es la metáfora. Las futilidades melancólicas con que revisto mi tragedia son una pose, claro. A mi lo que me gusta es tumbarme, oler los ultravioletas y coger la tortilla con los dedos. Esta es la primera vez que escribo en el mes de marzo. Hacía mucho tiempo que marzo era un hasta, un desde y un para. A la vista, el bosque es una raspa, el esqueleto cifrado del coral que se cansó de Benidorm y Ryanair. Son renegados vegetales, emigrantes, la moraleja del mundo, la longaniza del cielo. Por las mañanas el suicidio se presta al abecedario, a la transición monótona del remanso a la muerte. Es la inversión de la lectura nocturna sobre la cama. Luego, lo difícil, es mantener el silencio en el margen tolerable de ruido. En silencio, sí. Como estuvisteis hasta ahora.

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