martes, 1 de febrero de 2011

LA NIEVE

En realidad la nieve es ficticia, es un mar efímero tierra adentro, una modelo de domingueros. El esquí se acaba cambiando por la cámara de fotos y las botas (oh divino decathlon rebajas) de materiales térmicos incalables. El ocio, ese mercado abierto e infinito de las profesiones liberales encuentra en la nieve las brasas de su caldereta, la parrilla vecinal de los inviernos. El dinero es blanco porque viene de la nieve. Es la autopista hacia el cielo que utiliza Papa Noel desatascando la chimenea del consumo. La nieve es una tila atmosférica que embalsama la mirada ácida del invierno. Es la clase alta de la lluvia, la sublimación de los vertidos. La nieve no hace gotera, sólo un caos de sal, autovía y un miedo de mortadela, móvil y jersey de lana gordo. Cuando la nieve ,salen las cuchillas del camino que son los quitanieves. Son los limpia del sistema para clarear la vista del comercio, el desatascador del Mercadona. Si se te va la huella por el polvo blanco del nerviosismo, hundido de cintura para arriba, puedes acabar ciego de nieve y no escribo más porque la metáfora es clara. Que no blanca.

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