miércoles, 29 de febrero de 2012

EL CHINO

Durante el sueño he cortado el pelo a un chino que jugaba al tenis. No conforme, requería un apurado a máquina. Y he amanecido en la absurda cama de siempre, he mirado por la ventana pero ni rastro. Nada. Ando buscando otros lugares al tiempo -el tiempo está fuera de sitio- ando buscando al chino que habita dentro de nosotros. Busco las tijeras con que cortar las redes, las raquetas que convertir en trineos de sol por las praderas bufálicas del Canadá. En la inquietud del viaje, por los resquicios que las cámaras dejan al ángulo muerto. Sobre el tiempo se extienden los lugares. En este tiempo cerebral –todo tiempo es pensamiento- llamean las ilusiones como relámpagos de púrpura candente. Desde algún lugar de Wimblendon alguien escucha roncar el horizonte. Las peluquerías barren la tristeza mientras un chino pelón cabalga por el sueño en su efímera sinapsis.

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