martes, 29 de mayo de 2012

EL VUELO

Pero, ¡mirad!, el aire se conmueve...
Edgar Allan Poe.

En estas tardes de sol deben quemarse las ciudades porque la vida –¡qué sabrán los biólogos!- comienza en el aire. Brilla el agua en su vuelo. Las mariposas se enredan por mis piernas. El sol con su tibieza súbita de carne viene para dejarnos sin palabras, ahora es un dónde de ojos abiertos. Ella -más que nunca como mirada- deshilvana el tiempo. La inquietud vuelve a ser una excusa para explicarnos, para seguir en la repetición como si fuese la primera verbena. De nuevo el tiempo sin promesas de los adolescentes. Y un alguien trágico lloraba su salud metálica. Hubo un eclipse de olores, se concretaron los mañanas. Sin embargo, nadie puede negar la piel. No se puede dejar el carmín en conveniencia. El beso llega para fulminar las numeralias. Y un ejército de silencios se concentran en los cuellos intocables, y se oyen ansias de anocheceres.

1 comentario:

Anónimo dijo...

precioso, lo he entendido muy bien.......sobre todo se oyen ansias de anocheceres
amino cascarabia y a escribir mas para deleite de quien se deleita con tu lectura mari