viernes, 7 de diciembre de 2012

EL PUENTE

Y volveré a la convención de la cerveza, al hermano de los puentes en flor, al romanticismo del porro, al risantemo de la furtivia. Volveré a la incomodidad de lo perdido entre las pérdidas, entre las circunstancias del tiempo y el espacio: vuelven los amigos, los labios, las miradas. Volverán los oscuros desamparos con su luz de juerga, el capricho y la saliva a erectar las ilusiones, volverán las palabras al sermón de la poesía, y por volver –volverán- las oscuras claridades. A dónde llegar cuando el regreso gime los goznes del aliento. Volver sin haber partido, una pescadilla que se muerde las alas, un colegio, una risa lamentable.

Hay que vagarlo, tirarse. El horario molesta por no quemar con el mismo deje. No sé qué pasa, la tranquilidad de la nada es un anuncio, una pintada en el facebook porque la calle ya no pinta nada ni la pinta nadie como una virtualidad que existe gracias a la tele. La vida no es vida porque estés vivo, es vida porque te ve. Dímelo. Vamos. Ahora. Palabras convertidas en polvo del sonido, sin melodías que llevarse a los cuellos, sin ruido con que golpear a las paredes. El loco se hace. Nace con la niebla de los días cuando vuelve la memoria (ese futuro de espesura) donde el sol está en los labios, en tus labios, lo de siempre jamás, lo nunca. Cauterizo mis abrazos en tu espalda para que no escupas en mi asco. Y el vuelo del cuco sobre las personas y los días, sobre las tilas y los besos. Sólo hay que mirarse. Más allá de los ojos más acá de las ondas. También se quema el mar.

No hay comentarios: