viernes, 31 de enero de 2014

LA PLENITUD

A veces el vacío parece satisfecho, pone su tiempo a sentarse en el sofá, a escuchar por escuchar a esas personas. A veces la tranquilidad ilusiona sin necesidad de esconder nada. Desaparecen los cuartos, la tinta no existe y los árboles orinan a los perros. La tecnología prosigue su hueco, su moderna forma de sentirnos solos. Cuando el dolor se ha ido y la comida está caliente, cuando encima de tu mano reposa otra mano, cuando el ojo por ojo de las miradas tiende a positivo, las cajas se esconden en los almacenes. Sobre el esqueleto de un árbol se posan los pájaros. Cantan primaveras con voz de noviembre. Y esta niebla –piensas- debe ser una caricia. Los tomates siguen en la nevera, las zapatillas debajo de la cama, las tijeras en su etcétera. Has reparado en el detalle pero el ahora te empuja a dominarte. Dormir y despertar no te asombra y los buitres parecen volar para salir en nuestras fotos.Y siguen llegando esas personas.

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