martes, 11 de febrero de 2014

LA INTEMPERIE

El viento hizo desaparecer la tarde. La lluvia como un golpe de tierra, como una embestida de tendones, se metió en abril. Asomó una lágrima en un pene masturbado. El salto puso las cuerdas sobre la mesa. Una tensión de muertes oradando. Algo prendió el filo de la ene hasta la habitación menos ventilada. Besos de dientes, un cuello que se vuelve, un pecho que brota. El granizo violento de pelo masticado, de piel fría. El tacto caliente. En lo inevitable es el ojo quien recuerda, ese ojo soñoliento de la nada para la nada. Aceite agitado por los légamos del gime, un tímpano de saliva tensándome las manos, y encías de hueso que se encogen para el relámpago. Luego, casi en el sosiego, vencerse a la intemperie de su tacto, tras los cristales.

No hay comentarios: