miércoles, 21 de mayo de 2014

LA INTELIGENCIA

“Lo más sonoro del mundo es el perfume”
Francisco Umbral.

Buscando la pestaña troqueladora que la enmode, la ultime, la caducifolie, la mujer se olvida. El olvido ignora. No sabe que la inteligencia culmina con la diferencia del ojo único de la atracción. Ignora que los pechos son la inteligencia de la forma, lo firme de lo convulso. Debe conocerse más para enjaular mejor. El ojo no es más que azúcar, un todo que raspa, la mecha clara de la piel. El ojo tiende al agua, se oscurece en lo horizontal del baño, por eso llora cuando convoca el olvido. El ojo quiere desaparecer cuando la belleza no vuelve cuando el cuello se vuelve rodilla, cuando el cabello se recoge en mordiscos de sal y los labios hacen el resto. La belleza es convulsa en su sostén silábico. Sin sonido nada huele y la mujer reclama su quédate, su condición de única. Se vuelve estética, se vuelve revista sin cloro de papel ni agua, cáscara de manos y poco tacto, esperma de cosmético. La mujer que no sabe volar no se perdona, aquella que niega la vida en el otro con la regadera del tequiero. La mujer es un misterio cotidiano. Diferencia sin amargura de su yo, instante maravilloso del cuchillo, filo horizontal de la vida.

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