jueves, 19 de marzo de 2015

LA CARICIA

Un gato recién abandonado jugaba a la pena enredándose entre mis pies. Buscaba la biología del cariño a la que empezaba a acostumbrarse; nada que ver con el gato callejero -tan común como arisco- que suele habitar las noches. Sin embargo, casi me molestó su presencia mendicante. Sentí ganas de patearle, de reventarle el vientre a patadas y al segundo me di miedo, me advertí diferente, súbitamente desconocido. Y tuve ganas de volver, rectificarme con una caricia de consuelo, al tiempo que un perro con su amo se cruzaban conmigo. Vi correr al gato en dirección contraria como si le hubieran disparado, y entendí algunas cosas sobre la caricia.

No hay comentarios: