jueves, 26 de marzo de 2015

EL COLIBRÍ

“El mar desea que el sol le aspire”
Nietzsche.

En cada sorbo de café las migas parecen moscas esponjosas que se mueven en el estómago. En ese asco sin nausea, en esa consciencia de podredumbre se respira. Da igual donde posar el ojo (el ojo tiene alas de colibrí) porque sabemos que la miel se hace robando néctar. El cinismo procesa el tiempo, necesita el humo para llorar con certeza, necesitamos ceguera para ver mejor. En la niebla, los ojos son manos diminutas colocadas sobre la frente. Vomitamos miedo. Bautizamos con la cisterna al sustantivo de la memoria. En qué momento la palabra convirtió mi química en Jonás, en qué lugar llamamos cuentas a los cuentos, por qué los viajes llevan al verano. Por qué preguntamos cuando buscamos certezas, la tristeza que produce la alegría, por ejemplo.

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