viernes, 16 de diciembre de 2016

LA NAVIDAD

"Hay un temblor de aguas en la frente"
Vicente Aleixandre.

Hay en la menopausia una turgencia depresiva. Una melancolía de pollas sin meter, una tristeza. La menopausia es una palabra de doctores de Cabezuela. El doctor de cabecera no existe porque nadie tiene un médico en la cabeza si no eres farmacéutico. Doctor de cabecera suena a mesa de camilla, a frase hecha, a mamoplastia, a tangibles con nombre científico para quitarles lo vulgar. Lo que pasa es que en la vulgaridad reside la belleza, lo que pasa es que no sabemos mirar, ni sabemos tocar ni sabemos nada. Hay que volver a la sopa. A la masturbación en el ojo ajeno que es la paja de toda la vida. Darnos cuenta que las peras que chorrean son las que van tirando a pasadas. Que hay pezones en la claridad de los ojos y lametazos en la risa. Que cuando el pecho se cae crece la cadera, que cuando el culo se marchita se estira la emoción. Porque lo sensible está más allá del tacto y la piel es un lienzo de navidad. Cuando la vida le da la vuelta al reloj de arena y el tiempo apura, comienza la prisa. Se asume el fracaso del hijo y del matrimonio como se acepta el cáncer, con esa resignación urgente que quiere atrapar el aire. Y es entonces cuando nacen los instantes. La mirada furtiva, el pellizco de un abrazo, la pestaña. La carne pierde la vergüenza y se llora de repente. Y el pecho trepa los sosténes y los pantalones entran donde quieren. La importancia, extraviada por los sumideros del tiempo, vuelve a subir para ver si queda alguien. Trepa con el chocolate, el chiste o un esfínter que gotea. El agujero importa –dicen los sumideros- y excita como un rojo que se apaga. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay tristezas y melancolías antes y después de la menopausia. Cuando el reloj de arena da la vuelta aun queda la mitad, y hasta el rabo todo es toro, no hay prisa. Hay menopausias que empiezan a los 35 años, sin pechos caidos. Cuando el pecho cae queda la turgencia del cerebro y el encanto de quien sabe utilizarla para seducir apurando la vida y sus risas hasta la ultima lagrima.

Anónimo dijo...

Hay tristezas y melancolías antes y después de la menopausia. Cuando el reloj de arena da la vuelta aun queda la mitad, y hasta el rabo todo es toro, no hay prisa. Hay menopausias que empiezan a los 35 años, sin pechos caidos. Cuando el pecho cae queda la turgencia del cerebro y el encanto de quien sabe utilizarla para seducir apurando la vida y sus risas hasta la ultima lagrima.