martes, 22 de diciembre de 2020

EL PERRO

Un fémur enorme pasa por encima de mi cabeza. Callo para tomar aire. Aire con silencio, silencioso aire que calla porque el oxígeno no hace preguntas, ni espera respuestas. Las emociones se pierden en los huesos. El tuétano del ruido lo mastica un perro en la puerta de mi casa. Es el perro que orina lo evidente, aquel asco que comprendí tarde. Existe lo innombrable, la arcada que vive de larvas de inocencia. Punzo el dolor para limpiar mi silencio. Doy contorno a la risa de las muecas. Compenso el fémur que pasa como una estrella. Y la sinceridad, tranquila, como una primera persona del singular, me reconoce. Se acabó los se acabaron.

 

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